¿Te atreves a hacer crema de cacahuete en casa?

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Te invito a que respondas que sí, es mucho más fácil de lo que piensas, y está mucho más rica que cualquiera que encuentres en el mercado, además no tiene ningún ingrediente raro como las de bote. Es cierto que cada vez hay más marcas en el mercado de cremas de cacahuete naturales pero son muy caras y por muy poco dinero puedes hacerlas en la tranquilidad de tu cocina. Si tienes un procesador de alimentos que nada te detenga.

La crema de cacahuete, o de cualquier otro fruto seco cada vez está más de moda, sobre todo en el mundo del fitness, y es que además de ser riquísima, es una buena fuente de grasas buenas para tu dieta saludable. La cantidad que consumas depende de tus objetivos, pero esa es discusión para otro espacio, nosotros nos tenemos que concentrar en cómo hacerla en casa.

Con unos 200 gr. de cacahuetes crudos te va a salir un buen tarro de crema. Lo primero que debes hacer es ponerlos en una bandeja de horno y hornearlos durante unos minutos, hasta que veas que empiezan a dorarse, ten cuidado en este paso porque si se queman el sabor no va a ser nada bueno. Cuando estén templados los pones en el procesador de alimentos, añades una cucharadita de aceite de coco, y una pizca de sal y endulzante al gusto. Por supuesto puedes hacerla solo con los cacahuetes, aunque añadiéndole un poco de sal y endulzante se queda aún más rica. Comienza a procesar hasta que esté todo lo cremosa que te guste. Si te gusta con trocitos, al empezar a procesarla puedes reservar un poco de la masa aún con trozos, y mezclarla después con la otra bien procesada y cremosa, así te quedará la crema con trocitos.

Ten paciencia, tienes que procesar hasta que tengas la consistencia que desees, cuanto más cremosa te guste más tiempo tendrás que estar con el procesador de alimentos dándole que te pego a la crema.

Si quieres alguna idea de con qué comerla, a mi me encanta partir una manzana en trocitos y untarla con un poquito de crema de cacahuete en cada trozo, lo mismo con pera y con plátano. Una cucharadita en unas gachas de avena es, uf, una delicia. Y si te gusta tanto como a mi, disfrutarás con la simpleza de comerte una cucharada a palo seco, jaja